Vaticano dice religiosos abandonan los hábitos; fenómeno no parece afectar RD



EN LA REPÚBLICA DOMINICANA, EN LOS ÚLTIMOS DOS AÑOS, SOLO TRES SACERDOTES HAN ABANDONADO LOS HÁBITOS

Santo Domingo
El papa Francisco habló de una hemorragia en la Iglesia Católica. Luego el Vaticano le puso número, 2,300 religiosos han abandonado los hábitos, en todo el mundo, en el último año. La cifra alarma, pero parece no afectar las vocaciones en República Dominicana, donde solo tres sacerdotes han tomado ese camino en  dos años.

En vísperas de la vigilia de la Jornada de la Vida Consagrada que celebra la Iglesia católica, el vaticano reveló que en el último año unos 2,300 religiosos y religiosas han colgado los hábitos.

En tanto que en la República Dominicana, en los últimos dos años, solo tres sacerdotes han desistido, según indicó el padre Cecilio de Los Santos, de la Arquidiócesis de Santo Domingo.

Dijo que los tres explicaron no tener la vocación necesaria para mantenerse en el camino.

La principal causa de abandono de los hábitos es el darse cuenta que no se tiene la suficiente vocación para dedicarle toda vida, sin embargo, muchos de ellos deciden casarse, aunque no se alejan de las actividades religiosas.

Es el caso de Ada, quien narra que, tras nueve años en el noviciado, se dio cuenta que su vida se estaba estancando y que mantenerse dentro de la congregación le imposibilitaba desarrollarse como deseaba.

“Yo vengo de una familia católica, muy creyente y activa en la iglesia. Crecer en ese ambiente me motivó a entrar al Instituto Secular, es decir, me consagré a la iglesia católica sin necesidad de utilizar hábitos, pero sí bajo el compromiso de castidad, pobreza y obediencia”, dijo.

Explicó que las diferencias con las religiosas, que son las que usan hábitos y las Monjas de Clausura, además de las ya mencionadas, es la libertad que tienen para relacionarse y mantener cotidianidades como seguir viviendo con sus familiares.

Agrega que al principio fue difícil para su familia asimilar que ella se consagraría, pero que recibió todo el apoyo necesario,  una vez la decisión estuvo tomada.

Sin embargo, a medida que el tiempo fue pasando, Ada sentía que se estaba estancada en aspectos como el profesional. Estudiaba, pero era difícil realizar actividades propias de su carrera, ya que no eran compatibles con la congregación.

Fue así como, luego de varios meses de análisis profundo y orientaciones, decidió abandonar la congregación, lo cual tampoco resultó fácil porque “dentro de la congregación ves la vida de una manera, estás condicionado a pensar de una forma determinada y, cuando te enfrentas al mundo, las cosas son distintas. Es como salir de una burbuja, nacer otra vez”.

Ada estuvo un año sin trabajar, tiempo que para ella fue crucial para decidir encausar sus sueños.

Ahora dice que puede ser todo lo que ha querido, sin dejar de participar en la iglesia, que para ella es lo más importante, y ayudar en todo lo que esté a su alcance a quienes lo necesiten a través de los proyectos que lidera.

Ada, quien es comunicadora de profesión y se casará este año, se define como una mujer plena porque tiene la oportunidad de combinar su vocación comunitaria con sus anhelos como persona.

Asimismo, Enrique estuvo ocho años en formación sacerdotal. “es un tiempo no reglamentario, puedes estar más o menos tiempo en el seminario, precisamente para que estés seguro al momento de la ordenanza”.

“El papel que jugó mi tiempo en el seminario fue excepcional, no solo adquirí formación humana y académica, sino que lo espiritual, que es crucial para el ser humano, me determinó bastante”, dice el exseminarista para describir su experiencia.

Enrique, al igual que Ada proviene de una familia activa católica lo cual le motivó lo suficiente para que, al cumplir la mayoría de edad, decidiera entrar al seminario.

Pero sus ocho años de preparación le hicieron entender que no estaba convencido que su vida debía estar de manera perpetua en la religión como sacerdote.

Explica que, a diferencia de las novicias, cuando un seminarista quiere salir, el    complejo. En primer lugar, porque el nivel de compromiso que adquiere se les hace difícil romperlo.

Añade a esto los procesos a seguir, que culminan con la espera de la aprobación de salida desde el Vaticano.

El cambio de vida le resultó “chocante”, dice que “tienes una vida prácticamente aislada y cuando sales, hay cosas que no viviste y comienzas a vivirlas. En muchos casos, no sabes cómo reaccionar a ciertos eventos”.

Enrique es casado, tiene dos hijos y se dedica a la bibliotecología. Acude a la iglesia con regularidad. Se considera una persona normal, con valores religiosos los cuales dice inculca en sus hijos, por considerarlos importantes para poder sobrevivir en la sociedad que vivimos.

Ambos coinciden en que la decisión de abandonar los hábitos no se toma de un día para otro. Se requiere de mucha fortaleza, introspección, oración y orientación para tener la convicción de mantenerse o salir, que es precisamente lo que se busca dentro de los noviciados o seminarios. La idea es que permanezcan los que están convencidos.

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