La otra cara de la Nochebuena junto al ozama






SU ESPOSO MURIÓ Y DÍAS DESPUÉS SU PADRE, PÉRDIDAS QUE AFECTARON AÚN MÁS SU DESDICHADA VIDA

Santo Domingo

Morena llora. Las lágrimas recorren su rostro reflejando el dolor de sus muchas luchas, aquellas a las que ha sobrevivido por lo único que la mantiene de pie: sus hijos.

El pan le ha faltado muchas veces y la miseria la ha arropado. Y para esta Nochebuena solo tiene la esperanza de limpiar una o dos viviendas, para con el pago de ese servicio hacer posible poner algo de alimento sobre la mesa.

La vida de Ángela María Roustand Ramos, bien conocida por los vecinos como Morena, se tornó más difícil cuando murió su esposo y días después su padre, quienes ayudaban a sostener la casa “chiripiando” en las calles.

“He pasado mucho trabajo”, cuenta y cae una lágrima. Tras el fallecimiento de su esposo, la familia le dio la espalda, y la única ayuda que le ofrecían era que repartiera a sus hijos entre los parientes como si se tratara de cachorros.

Carlos Manuel, de tres años; Ángel Daniel, de cinco; Emmanuel de siete, Magdalena de 12 e Inés María de 15, son los pilares de Morena, por quienes sale cada mañana a limpiar alguna casa, o en los días de mayor necesidad a pedir para comer.

La  madre de 37 años, de rostro cansando, dice que su hijo Ángel tiene una hernia en su estómago por los largos ratos sin comer mientras estuvo embarazada.

Señala a su pequeño hijo, mientras explica y le pone los zapatos, los únicos que posee, porque no tienen más.

Miseria
No tienen sillas, solo una mesa rota adorna el centro de su casa hecha de pedazos de madera y de zinc lleno de hoyos, al lado de “la poza”, un pequeño manantial a orillas del río Ozama, en Gualey.

Lo que posee es una deteriorada estufa, un tanque oxidado, unos colchones rotos y una nevera inservible, que le donaron para que la reparara, pero por falta de recursos no ha podido.

No tienen ropa, ni uniformes para estudiar. Cada quien tiene un par de zapatos, los que usan para jugar, para estudiar para todo.

“No he podido comprar los uniformes ni útiles, van a la escuela con la ropa vieja y algunos materiales que le donaron”.

Morena y sus cinco hijos viven de la esperanza y de la gratitud que crece en sus corazones por estar con vida a pesar de las precariedades, de los días de hambre y de la tristeza.

En su inocencia, Emmanuel solo dice que si su padre estuviera vivo le compraría una bicicleta, anhelo que pone a prueba la fortaleza de Morena, cuyas manos apenas alcanzan para trabajar por un plato de comida.

El piso de la deteriorada vivienda está lleno de hoyos y el baño solo tiene un inodoro roto, pero eso es lo que tiene, dice Morena, mientras se sostiene de la vieja nevera como si necesitara fuerzas.

Anhelos
“Lo que deseo es no estar rodando con mis hijos”. Se refiere a no estar buscando auxilio en otras viviendas, pues su hijo más pequeño casi muere ahogado en la poza, además de que por la humedad tienen complicaciones de salud.

Su anhelo es poder brindar un hogar seguro a sus hijos, que puedan vivir de manera digna y sin dificultades. Su hija de 15 años estudia durante las noches porque en el día busca la manera de realizar algún trabajo como ayudante en un pequeño colegio o limpiando al igual que su madre. Morena se lamenta por no poder ofrecerle más seguridad.

Los pequeños desean comer pollo asado y algunas manzanas esta Nochebuena, pero la posibilidades solo alcanzan quizás para uno frito si aparece el dinero.

También sus ojos brillan por la posibilidad de algún juguete, pues no poseen ninguno, su diversión está en la poza, a la cual teme Morena por lo sucedido con el más pequeño.

Para ayudar a Morena y a sus hijos, pueden comunicarse al 829-616-9832 o al 809-931-4542, para hacerlos vivir en esta Nochebuena un momento muy especial.

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