Síndrome de Asperger y ‘bullying’



Las personas con síndrome de Asperger pueden integrarse con facilidad a las labores académicas y sociales, pero con frecuencia experimentan maltrato.

Santo Domingo

Javier nunca olvidará las veces que tuvo que defender a su hermano mayor, Jorge, quien vive con síndrome de Asperger, de los abusos de que era víctima en la escuela cuando ambos eran niños. “Yo me peleaba con los que se burlaban de él y lo golpeaban”, dice. Aunque ya son adultos, la violencia vivida en el entorno escolar marcó sus existencias.

Nick Dubin, autor del libro “Asperger Syndrome and Bullying: Strategies and Solutions” (Síndrome de Asperger y bullying: Estrategias y Soluciones) hace en su obra un ejercicio de empatía: “Imagine que llega al trabajo por la mañana y que un colega lo llama ‘idiota’. Más tarde mientras usted está ocupado en sus asuntos otro compañero extiende su pierna mientras usted va caminando y le hace caer al suelo. Un grupo de personas que ven la escena comienzan a reírse y a hacer burlas. Más tarde ese día su jefe lo convoca y le acusa de ser un vago, aunque usted se está esforzando lo más que puede. Si le pasara todo esto cada día, ¿cuánto cree que duraría en ese empleo? No creo que mucho. Un niño con Asperger que es víctima de ‘bullying’ con regularidad no tiene elección, no puede renunciar e irse, tiene que permanecer en la escuela”.

Pero ¿por qué hablar de ‘bullying’ y síndrome de Asperger y no de todos los Trastornos del Espectro Autista (TEA)? Según el psicólogo infanto juvenil Moisés Taveras, se debe a que, dentro del espectro, es el trastorno más leve, hecho que permite que estos niños y jóvenes sean muy fácilmente integrados a la escuela.

Hay una salida
Enrique Gómez Castellanos vive con síndrome de Asperger, sufrió el dolor del 'bulliyng' y hoy va por el mundo diciéndoles a niños y jóvenes con algún Trastorno del Espectro Autista (TEA) que es posible sobreponerse. "Es como dice el dicho: el valiente vive hasta que el cobarde quiere", dijo en una conferencia que dictó recientemente en el Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID).

Escuela, 2 violencia y Autismo
A los 11 años los padres de Enrique Gómez Castellanos lo inscribieron en  clases de Taekwondo para que practicara el arte marcial y a la vez socializara. Su padre, con esfuerzo, pudo comprar un costoso uniforme de práctica y quiso que le sirviera para varios años.

“El problema es que lo compró demasiado grande, y como se me movía al practicar me ganó el mote de ‘El pañales’”, dice Gómez Castellanos, profesor de Taekwondo y charlista mexicano, durante la conferencia “Bullying o maltrato, propuestas para enfrentarlo con énfasis en el Asperger y el liderazgo”, ofrecida en el Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID) a niños y jóvenes que, como él, viven con síndrome de Asperger.

Tal era el acoso de sus compañeros que incluso le seguían por la calle llamándole ‘El pañales’. Un día, caminando de vuelta a casa varios chicos iban detrás burlándose de él, pero Enrique no se dio cuenta de que su madre venía por la acera contraria y lo veía todo. El dolor y la vergüenza cambiaron todo: “En ese momento decidí que tenía que hacer algo y luego de mucho pensar entendí que la única manera de parar las burlas era ser yo el profesor”.

Y lo logró. A los 14 años ya Gómez Castellanos era cinta negra en Taekwondo, se hizo profesor y abrió su propia escuela. “Así fue que el ‘bullying’ cambió mi vida para mejor, porque si no me hubiera pasado eso, quizás hoy no estaría aquí”.

Gómez Castellanos es presidente de la Fundación Cambia una Vida AC y hace más de 25 años que trabaja  con personas con condiciones especiales.

La vulnerabilidad
Las personas con algún Trastorno del Espectro Autista (TEA) por sus dificultades para empatizar, socializar y expresarse verbalmente, expresan sus emociones directamente con la conducta. En niños y jóvenes con TEA “cuando se presenta una inconformidad, algo que no sabe cómo manejar, hay una crisis y se suele dar a esa persona el calificativo de agresivo, pero si vamos al entorno y analizamos qué causó esa conducta y tratamos de entenderla, siempre hay una explicación y se puede evitar una confrontación o mayores problemas”, dice Moisés Taveras, psiquiatra infanto juvenil y director del Centro de Atención Integral para la Discapacidad (CAID).

Aunque las personas con síndrome de Asperger, que es un trastorno leve dentro del espectro, suelen tener un mejor manejo de las emociones y aprenden a expresarse correctamente, aún hay desafíos de socialización que deben vencer.

Toca a padres y otras personas cercanas conocer al niño o joven y leer su lenguaje corporal, pero esto lamentablemente no siempre ocurre en el entorno escolar o social. No todo el mundo va a entender y a ser paciente con estos muchachos y muchachas. Si hay una crisis, las personas con TEA pueden actuar con violencia y recibir una respuesta similar del entorno.

Es importante un manejo adecuado en terapia (para prevenir posibles episodios agresivos) y el manejo con personal competente y especializado en la escuela. Pero ¿qué ocurre cuando el niño o joven ha sido integrado a una escuela o colegio regular y está entre sus pares?

El aprendizaje
Hilda Karina Abreu, educadora y directora del Colegio Escuela Nueva (CEN), un centro inclusivo donde estudian niños con distintas necesidades educativas especiales,  comenta que aceptar a niños y jóvenes con algún TEA en su centro les ha permitido promover la aceptación y el respeto.

“Con la inclusión hemos logrado que nuestros alumnos regulares aprendan que no todos somos iguales, pero que todos sí tenemos los mismos derechos. De esa forma, si tienes en el aula un compañero que de repente se para o habla solo, vas aprendiendo a aceptar eso y a respetarlo”, explica.

Lo mismo pasa con los maestros y todo el personal del colegio. Y sobre todo con las familias. Muchos niños y jovenes con TEA han sido “invitados” a abandonar colegios privados por solicitud explícita de los padres de algún alumno regular. Maribel, madre de Marco, un niño autista de 12 años, lo vivió en carne propia.

“No me lo dijeron directamente. Comenzaron por explicarme que el niño no estaba avanzando y que era preferible que se le diera más terapia antes de que pudiera continuar participando en un colegio regular y al final me insinuaron que algunos padres se habían quejado de algunas conductas de mi hijo hacia los suyos en el aula”, explica la madre.

El estigma, la discriminación y la exclusión son también formas de violencia pasiva y estructural que viven estos niños y jóvenes, pero al final, como dice Maribel, “no hay con quién quejarse, no hay dónde buscar ayuda, solo te queda salir a buscar otro colegio que lo pueda aceptar y compartir tus penas en un grupo de apoyo para padres o en consulta psicológica”.

Emma Carolina Fernández, psicopedagoga y neuro coach, afirma que el colegio que acepta a un niño con TEA en su plantel “toma la decisión de tener apertura y atender a la diversidad que existe”.

Y añade: “La dirección de ese colegio permea esa sensación de aceptación y pertenencia a todas las personas que están allí, desde el personal de limpieza y los docentes hasta los demás alumnos. Y los niños no ven en colores, los niños simplemente ven a otro niño, y cuando ven que ese niño especial que llega es recibido con respeto, hablarán en sus hogares de ese compañero especial. Puede que algunos padres quieran ir a quejarse, pero si esperan y permiten que las cosas fluyan al final verán cuanto puede aprender su hijo de ese compañero”.

Quien comparte sus días con una persona con alguna condición especial crece, aprende la consideración, la solidaridad, la aceptación a lo diferente. Y no se trata de tenerle lástima o de ser condescendiente, pues como dice Hilda Karina Abreu, “en el ambiente escolar las normas son para todos y cada quien asume las consecuencias de sus acciones. No se trata de dejar que estos niños hagan todo lo que quieran. Seguir las reglas es parte de vivir en sociedad”.

¿Y en la familia?
En su conferencia, Gómez Castellanos se refirió principalmente al maltrato que reciben los niños y jóvenes con Asperger en la escuela, pero también hizo referencia al maltrato en la familia. Según el charlista mexicano, el abuso suele ser un tema sensible entre los hermanos por la propia naturaleza de esa relación, pero suele nacer de los celos que suelen generarse cuando el hermano con autismo recibe mayor atención de los padres y toda la familia.

Hilda Karina Abreu comenta que hay familias que convierten al niño o joven con TEA en el centro de todo, en un monotema, generando esas situaciones de conflicto. Emma Carolina Fernández añade que es deber de los padres dar a todos los hijos la misma atención y educar a los hermanos y otros familiares sobre la condición de su pariente para evitar competencias y fortalecer el amor.

Derrotando al ‘bulliyng’
“Es cierto que pueden abusar de cualquiera, pero de nosotros mucho más, de hecho muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de que se están burlando de nosotros por aquello de que no entendemos el doble sentido. Y muchas veces eso precisamente da más pie a que siga la burla o se incremente”, dijo Gómez Castellanos a los niños del CAID y a sus padres en su conferencia.

El experto añadió que si el agresor tiene poder, es posible cambiar dos cosas en el agredido: autoestima y liderazgo. “Yo aprendí que para vencer al ‘bullying’ tenía que ser mejor que los que se burlaban de mí, y por eso vine a decirles que a nosotros nada nos detiene. Nosotros, como Aspergers, tenemos un montón de cualidades, solo que a los demás les dan esas cualidades en una caja, a nosotros nos las dan en una caja, dentro de otra caja, dentro de otra y de otra y de otraÖ”, explicó.

Gómez Castellanos interactuó con los niños que asistieron a su charla pidiéndoles que externaran su sentir sobre esa actividad que les apasionara en sus vidas. Algunos hablaron de su habilidad en la cocina, otros de sus sueños de ser pintores y algunos más de su talento para el deporte.

CONSEJOS A PADRES
Enrique Gómez Castellano sugiere estar alertas.

Señales de posible maltrato en niños Asperger:

- Le cambia el humor (está enojado, intolerante).

- No quiere ir a la escuela.

- Tiene bajas calificaciones.

- Llega con golpes y los explica como accidentes.

- Nunca vuelve con el dinero que le damos.

- Nunca cuenta en casa lo que pasa en la escuela.

- Deja de usar sus redes sociales.

¿Qué pueden hacer los padres?
- Identificar los signos anteriores.

- Hablar con el muchacho buscando su confianza.

- Buscar información de terceros en su día a día sin revelar sospechas.

- Apoyarlo a que se dedique a alguna actividad física que desarrolle cuerpo y mente.

- Hable con el orientador de la escuela. Nunca enfrente a los alumnos en conflicto.

- Enséñele a denunciar el maltrato.

- Si no hay salida, autorícelo a defenderse sin violencia.

- Trabaje la autoestima y el liderazgo. Ayúdelo a emprender algo.

- Ayude a su hijo a construir una imagen popular, ade-cuada y a la moda. De ser posible, ayúdelo a tener amigos, pero sin forzar nada.

- Fomente una sana y responsable independencia.

-  No convierta en broma la situación y nunca fomente la ley del Talión.

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