Jefe PN preocupado por niños en drogas
El jefe de la Policía Nacional, mayor general Manuel Castro Castillo
manifestó esta semana su “profunda preocupación” porque el negocio del
microtráfi co en este momento es “volver clientes a los niños de 8, 9 y
10 años”, y se quejó de que en ocasiones muchas madres que se niegan a
alquilar a sus hijos menores para llevar drogas son amenazadas de muerte
por los narcotrafi cantes.
“Es porque hemos redimensionado y equipado con alta tecnología todos los
departamentos de la Dirección Central Antinarcóticos (DICAN) y puesto
esta lucha bajo el mando de nuestros mejores investigadores para
combatir este mal que afecta gravemente a jóvenes, niños y adolescentes,
y amenaza con desintegrar a miles de familias de todo el país”.
Durante el último año alrededor de cien niños y adolescentes han sido
rescatados por la Policía de las garras del microtráfi co, mediante
operativos realizados en varias ciudades.
“El microtráfi co genera mucha
violencia, el 75% de las muertes y delitos cometidos en el país se debe
al consumo y venta de drogas”, afi rmó el jefe policial durante un
encuentro que sostuvo con Miguel Franjul, director de LISTÍN DIARIO, y
el subdirector Fabio Cabral.
Las redes
El microtráfi co se mueve a través de numerosas bandas que controlan las zonas más confl ictivas y, con frecuencia, de difícil acceso, de casi todos los barrios de la capital y otras ciudades.
El microtráfi co se mueve a través de numerosas bandas que controlan las zonas más confl ictivas y, con frecuencia, de difícil acceso, de casi todos los barrios de la capital y otras ciudades.
Las
autoridades dicen que hace unos años el epicentro de este negocio ilegal
estaba en los barrios Capotillo, Gualey, Villa Consuelo y Cristo Rey,
pero en los últimos tiempos se ha extendido con mucha violencia hasta
Sabana Perdida, Villa Mella, Los Mina, Los Alcarrizos y los populosos
cantones de Herrera. Hace más de una década que el negocio del
microtráfi co no tenía la dimensión actual y República Dominicana no era
un país consumidor, pues la gran parte de la cocaína que llegaba desde
Colombia y Venezuela, salía al exterior.
De acuerdo a informes de la DICAN, que ahora dirige el coronel Carlos
Fernández Valerio, familias completas, vecindarios enteros, que suman
miles de personas, viven en República Dominicana de la narco-economía
que mueve el microtráfi co en casi todo el territorio nacional. El
coronel Valerio, un especialista contra insurgencia y terrorismo, ha
logrado decomisar alrededor de 1,100,000 (un millón cien mil) gramos de
distintas drogas (1,100 kilos), principalmente marihuana, cocaína en
polvo, crack y heroína, en sólo 10 meses, y como consecuencia de estos
decomisos han sido arrestadas más de ocho mil personas e intervenidos
unos nueve mil puntos o territorios de drogas en todo el país. Nunca
antes se había decomisado tanta droga fraccionada.
“Ha sido una labor ardua y difícil, apoyados en la volun- tad del mayor
general Castro Castillo, los generales Pablo Arturo Pujols y César Sena
Rojas, jefes de Inteligencia Delictiva e Investigaciones Criminales, que
colaboran permanente con nosotros”, explicó.
Los agentes trabajan día y noche, bajo sol, lluvia o sereno, y viajan
continuamente a distintas regiones del país para resolver problemas y
enfrentar situaciones diversas.
El coronel Fernández Valerio dice que todas las secciones de la DICAN
han sido remodeladas y equipadas con alta tecnología, y que eso ha
permitido que los miembros de la sección de Inteligencia lograran
registrar la mayoría de los vendedores de drogas de las principales
ciudades. “Tenemos control, sabemos quiénes venden y quiénes suplen en
los barrios, pero tenemos que cogerlos con las drogas, porque si no la
tienen encima o en algún vehículo no podemos procesarlos”.
Una labor riesgosa
El combate contra el microtráfi co es difícil y peligroso, hay sectores donde los agentes no pueden penetrar uniformados, ni siquiera con armas largas o en grupos.
El combate contra el microtráfi co es difícil y peligroso, hay sectores donde los agentes no pueden penetrar uniformados, ni siquiera con armas largas o en grupos.
Muchas veces los agreden a tiros, pedradas y botellazos, y los emboscan
en patios y callejones.
El coronel Valerio reveló que unos 40 agentes
han resultado heridos y fracturados en los operativos, “pero se impone
el cumplimiento del deber y la persecución de los delincuentes, que con
frecuencia se tornan violentos”. Valerio relató que hace poco en Los
Alcarrizos dos ofi ciales fueron heridos en la cara con un cartuchazo de
escopeta, mientras intervenían un punto de drogas.
“Ese es el riesgo
que se corre en este Departamento de persecucion al microtráfi co”.
Según el jefe de la DICAN, hay lugares de difícil acceso, calles
intrincadas, callejones sinuosos, cañadas y pendientes entre cerros y
viejos cauces de ríos y arroyos, que han sido ocupados por personas
pobres, en casitas de cualquier forma y sin reglamentación.
“Es difícil meterse por esos sitios y perseguir esos vendedores de
drogas, sin correr riesgos, incluso muchos de los que agreden a los
agentes son gente de los barrios que se benefi cian de este negocio
ilícito y apoyan a los narcotrafi cantes”.
Los investigadores y la inteligencia de la DICAN han interceptado varios
eslabones de la cadena de compra y venta necesaria para que la droga
llegue a todos los rincones del Gran Santo Domingo y otras ciudades, han
detectado que para mover la droga hay varias modalidades, desde los
correos humanos, hasta las caletas en vehículos.
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PERSONAS IMPLICADAS ATACAN A LOS POLICÍAS
Muchas veces quienes atacan a la Policía son los mismos ciudadanos, que se involucran en la venta. Son muchas las personas involucradas en la distribución y en los puntos: los que venden, los que cargan, los que vigilan (guachadores), los que avisan cuando viene la policía o un vehículo extraño.
PERSONAS IMPLICADAS ATACAN A LOS POLICÍAS
Muchas veces quienes atacan a la Policía son los mismos ciudadanos, que se involucran en la venta. Son muchas las personas involucradas en la distribución y en los puntos: los que venden, los que cargan, los que vigilan (guachadores), los que avisan cuando viene la policía o un vehículo extraño.
El director de la DICAN dice que decomisar mil gramos de drogas es más
difícil que decomisar mil kilos, pues generalmente los grandes alijos
los llevan en un camión o alguien en un vehículo liviano, y sólo hace
falta un operativo para incautar los paquetes. “Pero para recoger
cientos de gramos hay que registrar decenas de bolsillos, pantalones,
ropa interior, la boca y hasta los genitales de quienes las esconden en
sus cuerpos”.
Los vendedores callejeros las meten en botellas, bajo piedras,
celulares, en huecos de sus motocicletas y toda clase de escondites en
los puntos y en las calles donde las venden.
“Pero la experiencia y el entrenamiento que tienen los agentes, y una
serie de mecanismos que utilizamos para localizar las porciones, nos
garantiza cierto porcentaje de éxito”, afirma Fernández Valerio.
La Policía, además, se vale de los comunitarios y juntas de vecinos para
que persuadan a los jóvenes que se involucran en el microtráfico, y
ofrece charlas, convivencias y orientaciones sobre el peligro de
consumir y caer en los vicios de las drogas. No hay cifras oficiales
sobre la cantidad de consumidores en las diversas ciudades del país.
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