“Robocop”
A Hollywood le llaman, corrientemente, la Meca
del Cine.
Viendo los resultados “mecanos” durante las últimas décadas,
en especial para latinoamericanos que hacen buen cine, podría ser el
“agujero negro” del cine. Vean el presente caso
. José Padhila, director
brasileño, celebrado con justicia por dos películas realizadas en su
país, “Patrulla de élite”, de 2007, y “Patrulla de élite: el enemigo
dentro”, 2010, ahora se interna en los duros vericuetos hollywoodenses y
nos llega la pregunta: ¿eligió él el guión de este film, o le dijeron,
con simpleza de jefes, o haces esta o te vuelves a Río?
No sabemos
la respuesta, pero, imaginando que haya sido él quien acepto hacer
“Robocop”, se nos hace muy cuesta arriba adivinar lo que estaba
pensando, porque, para empezar, es un “remake”, y un “remake” de una
película estupenda realizada en 1987 por Paul Verhoeven; peor, aparte de
ser “remake”, resulta que sobre este mismo personaje se hicieron nada
menos que dos secuelas, en 1990, muy floja, y en 1993, muy mala y, por
si se lo encuentran poco, también se hizo una serie de TV con tan mala
pata que apenas duró dos temporadas. O sea, que no gustó. Y eso es lo
que nos llama la atención.
Podría pensarse que Padilha leyó el
guión de la presente, obra de Joshua Zotumer y “le llamó la atención”.
En efecto, si se piensa en lo que vemos, hay detalles que hacen
diferente esta historia de la original. Pero esa diferencia ni es tan
fundamental ni tampoco ha sido llevada con la fuerza y el dinamismo con
que Verhoeven hizo la suya.
Ahora iniciamos con la vida familiar
de Alex Murphy, su matrimonio feliz, su hijita bonitilla, como debe ser
para que nos encariñemos con el trío. Y conocemos al doctor Norton (Gary
Oldman, fuera de papel), que tiene un enorme laboratorio donde trabaja
con implantes cibernéticos para seres humanos. Y a Sellers, un
empresario que construye robots para la guerra, pero que tiene un
problema: no se le permite usarlos en territorio norteamericano. Y a Pat
Novak, un comentarista de TV muy influyente que apoya las ideas de
Sellers.
Pero, además, la historia nos hace saber lo que pasa en
el mundo del tercer decenio de este siglo:
los norteamericanos guardan
el orden público en Irán con sus robots y sus drones, los
norteamericanos tienen ese maravilloso y gigantesco laboratorio, ¿saben
dónde? Pues en China. O sea, se nos está diciendo con claridad meridiana
que dentro de más o menos 20 años ellos, los yanquis, estarán reinando
en este mundo gracias a su maravillosa tecnología de vigilancia y
represión, así, como quien no quiere la cosa, y que, como vocifera
Novak, son despreciables gusanos quienes tratan de impedir, por medio de
la Ley, que se usen robots para sustituir o, por lo menos, apoyar a la
policía en esa tan delicada función de ser guardianes del orden. Como
bien dice un senador, Lewis, un robot no siente nada cuando mata a un
niño, no piensa, no tiene sentimientos, pero eso, como es natural, no
importa a Sellers, que piensa en el negocio de cientos, miles de
millones.
Esa es la idea, pero casi dos horas para decir eso que se
plantea en media página nos luce alargado, sobre todo pensando que para
llegar al Murphy cibernético casi nos tomamos la primera, y para
culminar con lo que todo el mundo sabe habrá de pasar al final, porque
es inevitable y usted sabe qué va a pasar, se toman la otra. Conclusión:
que nos cansa el asunto y nos parece un fracaso para el brasileño.
Comentarios
Publicar un comentario