¿Cómo se produce un orgasmo en la mujer?



Por: Dr. Ezequiel López Peralta

Hace bastante tiempo recibí a una pareja en mi consultorio, muy jóvenes por cierto. Cuando les pregunté el motivo de su visita, ella comentó: “Es que no tengo orgasmos… es decir, los tengo, de muchas maneras, pero no cuando él me penetra…”. Su compañero relató su vivencia al respecto: “Me siento poco hombre, y a veces me pregunto si realmente le gusto… de hecho pensamos casarnos, pero si no resolvemos esta situación tan tremenda esta relación se termina”.  De este diálogo se desprenden varias cosas. En primer lugar, la angustia que aparece cuando las personas sienten que no cumplen con las expectativas sexuales propias y las de su pareja. Por otro lado, la responsabilidad que asume el hombre en la respuesta de orgasmo femenina. Finalmente, una clara desinformación sobre cómo se produce el tan ansiado orgasmo.

El mandato social que recae sobre las mujeres, es que el orgasmo debe producirse con el estímulo del coito. Así, se ratifica la necesidad de un pene (por lo tanto de un hombre) para que las mujeres lleguen al pico del placer. Sin embargo, diferentes estadísticas que se han realizado desde los famosos informes Kinsey de la década del 40 hasta la actualidad, revelan que no es la vagina sino el clítoris el órgano que tiene mayor responsabilidad del orgasmo en la mujer. Dicho de otra manera, siete de cada diez mujeres precisan de estímulo directo en el clítoris para alcanzar el orgasmo: caricias, frotación, sexo oral, vibraciones. Entonces, la penetración puede producir mucho placer, pero generalmente no es suficiente para alcanzar el umbral orgásmico.

El orgasmo es, en definitiva, una respuesta a un conjunto de estímulos. Esos estímulos pueden ser psíquicos (fantasías, imágenes) y físicos (del clítoris, labios vaginales, vagina, pezones, cuello, orejas, labios, entre otros). En general hay una confluencia de sensaciones placenteras que, en su conjunto, dan lugar al orgasmo femenino. Pero sin dudas es el clítoris el órgano fundamental, secundado por nuestra mente que, bien “encendida”, nos permite tener la mejor predisposición para que los juegos eróticos sean bien intensos.

Con la información adecuada vamos a comprender qué es lo que necesitamos realmente para disfrutar al máximo, y no le vamos a dar lugar a exigencias sin sentido que solamente nos angustian y nos producen insatisfacción.

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